Yoga es una palabra que significa unir y pensaremos que querían decir los Yoguis cuando nombraron a una serie de técnicas de respiración, meditación y movimientos físicos como YOGA o prácticas unitivas.
Debemos entender que en un lugar así de puro como el de la primera fotografía que vez aquí arriba, el volcán de mi ciudad llamado popularmente “Nevado de Toluca”, los Yoguis de los Himalayas se dieron cuenta de la tendencia de nuestra mente de ir más rápido que nuestro cuerpo y dispararse hacia el infinito. Sin juzgarlo como bueno o malo también se percataron que al hacer ciertos movimientos ligados a una respiración calmada producía un efecto estabilizador, es decir que la mente regresaba de sus lejanos mundos de fantasías a tomar nota de lo que se sentía en el cuerpo movimientos de esa índole. Por eso puedes ver que las posturas de Yoga no son sencillas, todo lo contrario, son complejas formas que imitando un fenómeno de la naturaleza replicaron los Yoguis una y otra vez hasta sentir internamente los beneficios y observar la magnífica presencia del fenómeno de la mente en el cuerpo.
Digamos que este estado impresionó tanto a los primeros Rishis que decidieron dedicar su vida entera a seguir explorando su respuesta fisiológica y mental a lo que llamaron Yoga. Tan impactantes fueron sus descubrimientos que en India el Yoga constituyó el sistema de medicina, el sistema ético-legal para dirimir sus controversias, el sistema político-religioso, la base educativa de ciencias avanzadas y el imperio cultural que caracteriza a tan ricas civilizaciones, para ello tan sólo basta echar un vistazo al Mahabharata o Ramayana para constatarnos de la grandeza y sabiduría de esos reinos orientales.
Lo que impacta es que el conocimiento que sustenta al Yoga también lo hace para la Medicina Tradicional China y por ende es la base filosófica de oriente. Al compararla con lo que fue nuestra base filosófica en Mesoamérica nos percatamos que es un conocimiento Universal, es decir compartido por todos los seres humanos. Por eso quizá resonamos tanto con las enseñanzas que el Yoga nos ofrece pero si analizamos un poco vemos que la sabiduría -arquetípica- que regulaba y dirigía a la mayoría de los pueblos y civilizaciones de la antigüedad, lo que muchos llaman chamanismo, es una metodología para vivir en armonía con la naturaleza.
Conectarnos con la fuente de vida es un renacimiento diario, y no es que estemos “muertos” pero si desconectados, es decir, nuestra mente lejos del cuerpo, nuestro cuerpo inactivo, nuestros hábitos mecanizados, de esa forma ¿Cómo seremos capaces de sentir nuestro verdadero potencial y poder? Esa presencia que constataron los primeros Yoguis al unir la mente al cuerpo y realizar lo pleno que puede llegar a ser el ser humano: imposible. Por eso he titulado mi forma de enseñar:
YOGA : EL ARTE DE SENTIRTE BIEN
Uno pues es por medio de esta conexión mente-cuerpo que quiero que te experimentes.
Dos debido a que como todo arte requiere una práctica para llegar a la perfección y pues a su vez el proceso es una disciplina de embellecimiento y elevación a lo sublime en la que el alma se percibe en su totalidad. En el arte hay armonía y verdad.
Tres pues no hay mejor manera para explicar lo que se siente practicar Yoga más que un sentimiento de bienestar. El hombre busca por naturaleza lo que se siente bien, es su meta y a la vez su penitencia pues no hay que confundirlo con un capricho. Este bien no se refiere a un placer inmediato necesariamente si no a un bienestar duradero, integral y satisfactorio pues es fruto de la dedicación.
Siempre reitero a mis alumnos que finalmente lo que importa en cada clase es la intención que pones al iniciar, ese impulso hacia la salud, hacia tu mejor versión, ese creer en ti y en tu capacidad física que poco a poco se va traduciendo en fé y cuando tú crees en ti no hay algo que pueda detenerte, eres tu maestro, tu guía y tu Guru: una luz en la oscuridad. Para mi eso significa practicar Yoga en esta era y considero que no existe una práctica que se asemeje en profundidad, significado y contenido. Te invito a experimentarla.
Namaste,
Ata